miércoles, 9 de abril de 2014

¿Cómo planear ciudades para la vida?

Expertos presentes en el Foro Urbano Mundial recomiendan equilibrar el desarrollo económico con la sostenibilidad social y ambiental y no generar segregación con la creación de vivienda en los bordes.


La planificación a largo plazo para las ciudades es uno de los
aspectos que recomiendan los expertos. / Luis Benavides
 

Por: Esteban Dávila, Verónica Téllez Oliveros

Si la urbanización continúa como hasta ahora, con un énfasis en el crecimiento económico pero olvidando la injusticia que significan los largos viajes en el transporte público entre los extremos de la ciudad, el poco espacio público, la expulsión de los más pobres a la periferia y el descuido del medio ambiente, el mundo no resistirá la presión. En 2050 se espera que haya más de 9.000 millones de pobladores urbanos y “no hay mil planetas a los que podamos trasladarnos para continuar con el experimento. Por eso son importantes la sostenibilidad ambiental y la social. Necesitamos ciudades habitables”, sentencia el Nobel de Economía Joseph Stiglitz.


Los temores por el desorden en que se han desarrollado las ciudades, enfocadas en la supervivencia y no en ser espacios para la vida con cohesión entre la sociedad, tienen a los grandes cerebros de la planificación urbana advirtiendo que “hay que cambiar el modelo de urbanización”, como lo ha repetido Joan Clos, director de ONU Hábitat, durante estos días del 7º Foro Urbano Mundial. ¿Cuáles son, entonces, los nuevos preceptos de la planificación de las ciudades?

Stiglitz asegura que las ciudades tienen que ir más allá de su interés por el crecimiento económico y su afán por aumentar el Producto Interno Bruto, porque éste “mide todo en breve, menos lo que hace que la vida valga la pena”. Así que, para él, la idea es equilibrar las sostenibilidades económica, social y ambiental. Lograr ciudades habitables requiere de una planificación a largo plazo que incluya más empleo, mejor transporte público, buena educación para todos, cultura, interconectividad y vivienda asequible sin la tradicional segregación de las clases medias o bajas a la periferia.

Ante lo bueno e ideal del discurso de la nueva agenda urbana, en la práctica pareciera que en Colombia aún falta mucho en este sentido. Ayer, los expertos se reunieron en torno al diálogo sobre cómo planificar ciudades con cohesión social, y uno de ellos criticó el modelo de las 100.000 viviendas gratis del Gobierno Nacional. La vicepresidenta de la Alianza Nacional de Vivienda Justa de Estados Unidos, Lisa Rice, dijo que “los complejos de vivienda social no funcionan, se han probado en muchos países, incluso el mío, y nunca lo han hecho”, sobre todo porque no son incluyentes, pues terminan construyéndose en lugares que apartan de las ciudades a los menos favorecidos, argumentó.

Ali Mandipour, director de la Unidad Global de Investigación Urbana, recalcó que la desigualdad se genera por la intervención de entidades privadas que construyen estructuras en espacios muy amplios para el interés de los más adinerados, restando terrenos y generando barreras para el resto de la población. Al respecto, Daniel Chain, ministro regional de Desarrollo Urbano para Buenos Aires, comentó que “cuando la sociedad abandona en la periferia a una parte de sí misma, no habrá programa político ni recursos de inteligencia que puedan asegurar la cohesión”.

Para todos en el foro, la planeación y el diseño no deben ser hechos por un grupo que decida todo por la población, pues su labor debe ser aportar conocimiento y experiencia para trabajar con la gente y que juntos puedan idear soluciones en las que todos estén de acuerdo. El sistema de imposición de ideas debe ser eliminado para así “generar ciudadanos y no consumidores de ciudad”, como argumenta Chain.
¿Cuáles son los tres puntos claves para el caso colombiano? Respecto a esta pregunta, Ede Jorge Ijjász Vásquez, director de Desarrollo Sostenible para América Latina y el Caribe del Banco Mundial, dice que uno de los aspectos es fortalecer la capacidad institucional de las ciudades pequeñas, porque allí es donde está acelerándose el crecimiento urbano y son las que tienen menos capacidad de planeación para hacerla ordenadamente. También coincide en el balance entre crecimiento económico y enfoque social por parte de los gobiernos y en que se debe hacer un buen manejo de la tierra, con usos mixtos y transporte cercano a los lugares de vivienda.

Estas ideas de cambios en el modelo de urbanización les suenan muy familiares a los miembros de la administración bogotana, donde el exalcalde Gustavo Petro le apostó a decretar un Plan de Ordenamiento Territorial con énfasis en el crecimiento en altura en el centro de la ciudad y no en los bordes y con más cargas para los urbanizadores en espacio público, por ejemplo. Recientemente el Consejo de Estado lo suspendió temporalmente debido a que consideró que el Concejo distrital era el que tenía la competencia para cambiar este proyecto. En medio de la polémica detrás de este plan y el choque de visiones por parte de quienes consideran que es primordial respetar la institucionalidad antes de emprender estos cambios, el representante del Banco Mundial dice que la concertación es importante y también hay que poner sobre la mesa la información de cómo el nuevo enfoque puede beneficiar a la población.

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