Miembros de la Alianza Internacional de Habitantes, coordinadores del Foro Social Alternativo que se celebró de manera paralela al WUF7 en Medellín. /Alianza Internacional de Habitantes |
Durante la misma semana, a la misma hora y en la misma ciudad en que se
desarrolla la programación del Séptimo Foro Urbano Mundial, un grupo de
personas llevó a cabo el Foro Social Urbano Alternativo y Popular.
No es casualidad que ambos eventos, dedicados a la reflexión de los retos y
obstáculos que presenta construir mejores ciudades, hayan confluido en un mismo
espacio, con temas similares, pero intenciones opuestas: Según dicen los del
Foro Social en su carta de presentación, ellos buscan “denunciar al VII Foro
Urbano Mundial” y mostrar “nuestra inconformidad y rechazo a la forma como el
capitalismo global viene construyendo-destruyendo las ciudades”.
Al visitar ambos espacios no hay duda de que quienes visitan el segundo
encuentro son bien distintos a la enorme lista de urbanistas, políticos y
pensadores que asisten al primero. Se trata de habitantes de ciudades y líderes
de movimientos de todo América Latina que se reúnen, según dicen, “para proyectar
la construcción de ciudades para la vida”.
Sus espacios tampoco son los gigantescos auditorios del Centro de
Convenciones de Plaza Mayor. Encontraron su nicho en los salones de la
Universidad de Antioquia, cuya capacidad está lejos de albergar a los 25.000
ciudadanos que logró convocar el WUF7.
Cesare Ottolini, coordinador de la Alianza Internacional de Habitantes, una red mundial de asociaciones que vela por los derechos
de los ciudadanos en torno a su hábitat, lideró el Foro Social en Medellín y dijo
que su evento es alternativo al de ONU-Hábitat, porque este último tiene un
enfoque que acepta las políticas neoliberales, las cuales, dice, no solucionan
el problema de más de un millón de personas que están sin techo. “Lo que están
proponiendo es que el único futuro de la humanidad sea el urbano, y yo tengo
serias dudas”, agrega.
Pese a las diferencias entre unos y otros, importa el hecho de que ambos
estén discutiendo el futuro de las ciudades; aspecto fundamental, teniendo en
cuenta que en el 2020 se prevé que las ciudades crezcan sin control a tal punto
que unos 700 millones de personas no tendrían vivienda digna.
A propósito de las condiciones habitacionales de la ciudad, durante el Foro
Social Alternativo, Ottolini dio a conocer una iniciativa interesante que él
mismo emprendió. Se trata del Tribunal Internacional de los Desalojos, el cual
aboga por el derecho a la vivienda que tienen todos los ciudadanos, y
particularmente por los de aquellos que desalojan de manera ilegal.
Integrantes de la sociedad civil y de distintas organizaciones, como
Amnistía Internacional, hacen parte de este jurado que recibe cada año cinco
casos para evaluar y emitir un concepto.
Luego de profundizar en las historias y escuchar a las distintas partes,
emiten una serie de recomendaciones. Aunque el Tribunal no tiene fuerza
legal ni poder jurídico, su opinión tiene peso político. Son cientos de
personas las que acuden a esta organización y varias de ellas logran con éxito
que les reparen su situación al presentar sus conclusiones.
Es el caso de miles de residentes de las favelas de Río de Janeiro que
fueron desalojados forzosamente ignorando las leyes nacionales e
internacionales. “La organización de los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de
Janeiro y la Copa Mundial de Fútbol en otras ciudades han servido de coartada
para acelerar las expulsiones” reza el análisis del Tribunal publicado en su
página web (www.wm-urban-habitat.org).
Cada año, el Tribunal marcha hacia el palacio de las Naciones Unidas en Ginebra
para entregar sus recomendaciones a la Relatoría
Especial de las Naciones Unidas para el Derecho Humano a la Vivienda.
Otorinni explica
que, quienes trabajan para el Tribunal, lo hacen de manera voluntaria. “La
independencia se garantiza si son los habitantes mismos los que tienen el
mando”.
El Tribunal cuenta con una página web en la que, a través
de un mapamundi, muestra las denuncias que han recibido por país. Para quienes
estén interesados en dejar en sus manos su historia, la organización ya está
recibiendo casos.
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